“Si tomamos la semilla del árbol más alto del bosque y la ponemos en un macetero, va a crecer un árbol de medio metro, que llamamos bonsái. ¿Cuál es el problema? ¿Hay algo malo con la semilla o con el árbol? No, para nada. Es el mismo árbol y la misma semilla. El problema es que la pusimos en un macetero. Con los más pobres pasa lo mismo. Son personas igual que nosotros, con los mismos talentos y habilidades, pero están en un macetero. En este caso el macetero es la sociedad, que no les da oportunidades. Y por eso se desarrollan como “personas bonsái”. Si tuvieran las mismas oportunidades que nosotros estarían entre los árboles más altos del bosque.
Partamos por una cosa: la caridad y los subsidios del gobierno nunca resolverán la pobreza. Si el gobierno me da un cheque mensual -por ejemplo, para comprar mis alimentos-, entonces dependeré de eso. Y entonces para qué hacer el esfuerzo de gastar mis horas esforzándome y trabajando. Peor todavía, si lucho por conseguir un trabajo, a lo mejor voy a perder ese cheque de beneficios. Con eso el gobierno les está quitando a los pobres la creatividad y la iniciativa que les permite salir adelante.
Para mí, la sociedad de los subsidios es como un zoológico humano. El zoológico está lleno de animales saludables y bien alimentados. Pero el problema es que no son animales verdaderos. No están en su medio natural y perdieron sus instintos. El sistema de bienestar provoca los mismos efectos. Un zoológico humano. Quizás gente alimentada, con doctores que se preocupan de ellos. Pero el instinto humano de iniciativa, de innovación, de alcanzar metas, se les quita a las personas.
Si nos dedicamos a alimentar, por ejemplo, a los dos millones de pobres que hay en Chile, pero les quitamos todo lo demás, su iniciativa, su creatividad, sus ganas de luchar y salir adelante, ésa no es una sociedad humana. Los sistemas tienen que diseñarse para ayudar a la gente, es cierto, pero para motivarlas a salir de esa condición. Ésa es la esencia. Hoy el sistema de bienestar ha acostumbrado a los pobres sólo a sobrevivir, a ser dependientes, pero no los impulsa a salir. Al contrario, los mantiene permanentemente pobres. Lo importante es garantizar un empleo. Liberar la energía y la creatividad que está en cada ser humano. Ésa es la manera. Un economista brasileño me trató de convencer de su propuesta de un ingreso mínimo garantizado. Le dije que no estaba de acuerdo. El verdadero punto no es garantizar un ingreso mínimo. Es garantizar el empleo”.
Extractos de una entrevista a Mohammad Yunus, Premio Nobel de la Paz (El Mercurio, 23.9.07)
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